sábado, 25 de febrero de 2012

No Les Gusta Lo Que Dicen Que Les Gusta.

Están viendo una película de amor, de las que les gustan a ellas. De ésas que con ver el título uno ya sabe que se trata de un hombre y una mujer que se enamoran y luego tienen una discucion pero después se reconcilian. Esas películas de mierda que tienen nombres tales como “El cariño de tu amor”, “El amor de los dos”, “Dos para un amor”, “Que hermoso es amarte” etc.
En el final de esa película el galancito de turno, que seguramente tiene una facha bárbara y alguno de los hombres presentes lo acusó de ser puto con el asentimiento de los demás hombre y los “Callate, nada que ver” de las damas, va en busca de una reconciliación.
¿Cómo lo hace?
Se pone su mejor ropa, compra un gigantesco ramo de flores y va de noche, debajo de una lluvia infernal a tocar el timbre de su amada y cuando ella sale, le dice con ojos lagrimosos: “He comprendido que no puedo vivir sin ti”.
Entonces ella lo abraza y lo besa llorando, y es ahí cuando oímos los suspiros de las mujeres presentes y tenemos que escuchar comentarios tales como “Qué divino”, “Cómo no vas a volver con un tipo que hace eso”, “Me muero con un hombre así”.
Si trasladamos esto a la vida real pueden pasar alguna de las siguientes cosas:
• Que nos quedemos empapados tocando el timbre con las flores en la mano y que nadie salga porque la chica se fue de fiesta.
• Que se escuche la voz del padre que le grita a la hija: “¡Nena, ahí en la puerta hay un imbecil todo mojado con unas flores!”
• Que nuestra ex le diga al tipo que está en bolas en la cama con ella: “Esperá que le alcanzo un paraguas a este pendejo para que se vaya a su casa que se va a enfermar, pobre”.

Del abrazo emocionado y el llanto, nada.
¿Y entonces?
Es que aunque parezca raro, a las mujeres no les gusta lo que dicen que les gusta.
Cuando yo tenía dieciocho años hicimos en la casa de una compañera de colegio, una reunión de todo el curso por el viaje de egresados.
Los viajes de egresados en aquella época, tenían fama de tener un efecto absolutamente desequilibrante en cualquier pareja. Las chicas que estaban de novias generalmente volvían “confundidas” de ese viaje.
Sobre el final de la reunión cayó Juan Carlos, el novio de la flaca Mariela, que tenía unos años más que nosotros y pinta de “Me las se todas”.
Una de las chicas le preguntó: -¿Y tu que opinas de que tu novia venga con nosotros de viaje de egresados?-. Ahí se produjo un silencio total y todas las miradas, femeninas y masculinas, se dirigieron al muchacho.
Su respuesta fue contundente: -Ella quiere ir a ese viaje, y como yo a ella la quiero, también quiero que vaya.
Se escucharon unos “Ahhhh… qué dulce… qué divino… “y si mal no recuerdo, algún que otro aplauso de la parte femenina”.
-Aprendan ustedes lo que es un hombre… -dijo una.
Estaban todas enloquecidas con el tipo y nosotros nos sentíamos unos patanes.
La novia del chavan lo abrazaba como con miedo a perder ese tesoro de hombre que tenía, ante la envidiosa y deslumbrada mirada de las demás compañeras y nuestras caras de idiotas.
Dos meses más tarde.
En la excursión nocturna a tirarnos en trineo en un lugar llamado Piedras Blancas.
Hora de subir al micro para regresar al hotel.
El mencionado micro no podía emprender el regreso porque la flaca Mariela no aparecía por ningún lado.
Lo estaba engañando al romántico del novio atrás de unos pinos con un ex-alumno del colegio.
¿Cómo se entiende? Sencillo, no les gusta lo que dicen que les gusta.
Lo del chico hubiera estado perfecto si hubiese sido parte del guión de una película.
En la vida real no les gusta. Dicen que sí, pero no.
Flavio vivía con sus padres y sus dos hermanos. Esa noche habían ido a cenar su prima Silvana con su novio Ricardo.
A la madre de Flavio se le ocurrió en ese momento que sería una buena idea invitar a Carla, la novia de su hijo, a cenar también para que conociera a Silvana y Ricardo.
A Flavio también le pareció buena idea y se fue para ir a buscarla, pero antes de salir se dio cuenta de que en la mesa, que ya
estaba puesta con anterioridad, faltaría un plato. –Me voy a buscarla, pero antes agreguen un plato en la mesa –dijo.
Silvana y Ricardo observaban la escena.
-Andá, yo ya lo pongo, -le respondió su madre.
-No –dijo Flavio-, te vas a olvidar y no quiero que lo agreguen delante de ella, porque va a sentir que la invitamos de última. Agrégalo ahora antes de que yo me vaya. Silvana miraba a su primo con admiración. En cambio Ricardo, viejo lobo de mar, miraba de costado y no emitía sonido porque no tenía la suficiente confianza con la familia de Flavio.
Silvana entonces comenzó a dar rienda suelta a su admiración por la actitud de su primo:
-Qué caballero… viste Ricardo… qué buen novio… qué suerte que tiene la chica de tener un novio así.
Hasta que Ricardo se encabrono y respondió ante la atónita mirada de Silvana y el resto de los presentes: -¡¡Pero por qué no te callas!! ¿Tu sabes cuanto te dura un tipo como ese?.. ¡¡Ni cinco minutos te dura!!... Y tu… -dirigiéndose a Flavio-, con que sigas así, eres firme candidato a los cuernos.
“Este tipo está mal de la cabeza”, pensó Flavio.
Ricardo, viejo corredor de pistas, recibido en la universidad de la calle con título de honor en su doctorado en mujeres, predijo con su sabiduría lo que sucedería poco tiempo después.
El perfecto novio Flavio, era corneado para el campeonato y abandonado por su tan querida y cuidada novia.
¿Hay alguna explicación lógica?
Sí. No les gusta lo que dicen que les gusta.

Un Aporte de mi amigo Rodrigo!!!